Hace pocos días se cumplían cincuenta años de la apertura del Parador de turismo de Vielha. En cincuenta años, el Valle de Aran ha pasado de ser un territorio agrícola y ganadero a ser un referente nacional en turismo de nieve y montaña.
Hace ya medio siglo de eso, y aunque el turismo es y debe seguir siendo uno de los motores económicos de Aran considero que sería buen momento para que, como entonces, el territorio se abra decididamente a nuevas posibilidades que garanticen su sostenibilidad, posicionamiento nacional e internacional y -lo más importante-, el bienestar de sus habitantes.
Territorios, empresas y administraciones públicas operan cada vez de forma más acentuada en un mercado global e inestable en el que la tecnología ha adquirido un papel clave. Los avances tecnológicos, que antaño tardaban décadas o siglos en ser implementados de forma generalizada, actualmente son adoptados casi inmediatamente por todos los actores sociales y económicos en cualquier lugar del mundo.
Debemos adaptarnos a este nuevo entorno, abrazar los cambios y ser capaces de crecer y competir utilizando estas nuevas herramientas; la economía digital, el internet de las cosas, el big data o la experiencia de usuario no son cosas del futuro, son parte de un presente que nos está dejando en el pasado.
Aran dispone de unos recursos naturales sin competencia; ese colchón nos ha ofrecido crecimiento y bienestar durante un largo período, pero también ha propiciado que nos hayamos dormido explotando un monocultivo económico que funciona bien pero que nos ha condicionado a no ver más allá. De hecho, el propio sector turístico aranés debería estar en plena reconversión debido a tendencias como las plataformas colaborativas, la inteligencia de negocio, la experiencia de usuario o la explosión de las redes sociales, pero no es así. En muchos sentidos, el Valle de Aran se ha quedado estancado en los años noventa del siglo pasado.

El mayor activo de Aran nunca han sido sus montañas, sus bosques o su nieve: El mayor activo de Aran siempre han sido sus personas, y es hora de recuperarlo.

Debemos poner en valor el capital humano del que disponemos. Tenemos a gente altamente
preparada y cualificada, dispuesta a coger el relevo y crear un nuevo rumbo para el territorio. Es ese capital humano el que debemos cuidar, cultivar y promocionar. Es ese capital humano el que permite crear iniciativas empresariales y sociales innovadoras, generando actividad económica y puestos de trabajo de alto valor añadido.

Artículo por : Jacint Berengueras, Founder, project manager & data scientist en OcSTEM Solutions