El próximo 21 de diciembre los catalanes están llamados a las urnas; obviamente, los araneses también puesto que territorialmente Aran es una provincia de Lérida. Empiezo con una obviedad, pero muy clave para las ideas que quiero desarrollar en estas líneas.
La suerte de Aran está ligada a la de Cataluña -nos guste o no-, y en los últimos tiempos nos hemos visto metidos de lleno en la polémica del debate territorial sin poder evitarlo. Pues bien, precisamente por ello, la voz del pueblo aranés debe ser tenida en cuenta más que nunca a la hora de hacer propuestas de índole territorial. Y aquí quiero hacer una diferenciación no menor entre pueblo aranés y representantes territoriales en el Parlament de Cataluña.
Muy probablemente dispongamos de uno o dos representantes araneses en el próximo Parlament de Catalunya, pero como se ha visto en legislaturas anteriores éstos responden a estrategias e intereses partidistas y pocas veces sus aportaciones han pasado del mero simbolismo, poniendo de relieve que ante la dicotomía partido – territorio nuestros diputados y diputadas tienden a inclinarse por el primer factor.
Actualmente no se puede decir que las relaciones Conselh – Generalitat estén pasando precisamente por su mejor momento, incluso disponiendo de un cargo creado “ex profeso” para, teóricamente, agilizar y reforzar dichas relaciones; Es un hecho que durante estos años las prioridades del gobierno catalán han supeditado los intereses de Aran a la agenda independentista. En el pasado, y más allá de buenas intenciones y palabras grandilocuentes, la actitud institucionalmente paternalista que han demostrado los partidos gobernantes en España y Cataluña han demostrado una ignorancia supina de la realidad aranesa.
Aran, con menos de 10.000 habitantes no posee una fuerza demográfica suficiente para influir en la política catalana, mucho menos en la española. Pero no hay mal que por bien no venga, y por eso mismo su ínfimo peso e incidencia a escala estatal permite demandar unas cuotas de libertad, autonomía y autogobierno difícilmente asumibles si su peso político y/o económico fuese mayor, véase el caso de Cataluña.
Tener la posibilidad de plantear un marco legal específico para Aran que nos permita desarrollar nuestra soberanía territorial, energética, impositiva, medioambiental o digital (por ejemplo) dentro de un encaje supraterritorial mayor no es ninguna quimera; es más, considero que esta opción sería totalmente factible. Solemos vincular la mejora del autogobierno a una mejor financiación por parte de los entes supraterritoriales (y en parte es así), pero considero incluso más importante para conseguir tal objetivo el poder desarrollar al máximo nuestras propias funciones legislativas.
Aprovechemos que la Ley de Aran no ha sido todavía votada en Aran para rehacerla y refrendarla con el apoyo de una base social amplia en el territorio antes de llevarla a instancias superiores.
Vienen días de cantos de sirena, promesas ambiciosas y proyectos ilusionantes por parte de todas las organizaciones políticas -Es lo normal, y para nada reprochable-, pero por eso mismo considero vital pensamiento crítico, memoria y visión de futuro a la hora de depositar el voto en la urna.
Opinión de Jacint Berengueras, CEO OCSTEM Solutions